Cuando somos jóvenes y mas nos preocupa el aspecto físico es, al mismo tiempo, cuando tenemos que pasar la dura prueba de fuego de nuestra revolución hormonal. Y es que no podía ser mas cierto aquel dicho de
a perro flaco, todo son pulgas porque durante los años de
adolescencia, -y en algunos casos mas todavía-, arrastraremos la marca maldita: la de las espinillas y el cabello graso.
Cuando yo era joven,-cosa que ocurrió hace muuucho tiempo-, no había tantos remedios como actualmente para
esta desgracia este problema. No obstante, los
remedios mas eficaces y mas inocuos han sido siempre
los de la abuela.
Hoy voy a contaros la sencilla
rutina que sigue el adolescente que tengo en casa y que, al menos a él, le esta funcionando: